# ¿Ideología oscura o catastrofismo ilustrado?

El calentamiento global, la extinción de especies, el aumento de las desigualdades sociales o incluso la escasez de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón, uranio) no son solo realidades, sino también preocupaciones cada vez más aceptadas y compartidas.

Recientemente, escuchamos nuevamente sobre el colapso social (una idea común en la década de 1970 y popularizada nuevamente en 2005 por Jared Diamond en su libro Effondrement). ¿Cuál es esta teoría que suena como una terrible predicción?

¿No es el término colapso social una exageración? ¿No es catastrófico?
Las palabras son engañosas. La palabra colapso no denota el fin del mundo o el apocalipsis, sino un proceso al final del cual las necesidades básicas (agua, comida, abrigo, ropa, energía, etc.) ya no se proveen, a un costo razonable, para una mayoría de la población a través de servicios regulados por ley. El fin de la satisfacción de estas necesidades básicas puede implicar el fin de nuestros valores y nuestra libertad.

La palabra colapso puede dar miedo al igual que puede ponerse en movimiento. La mayoría de nosotros permanecemos inertes, conscientes de los muchos problemas ambientales y sociales pero no podemos, no queremos o no sabemos cómo integrarlos.
Nuestros ojos también nos engañan. No queremos ver. Durante mucho tiempo hemos negado la erosión de la biodiversidad, el calentamiento global, los problemas de salud, el agotamiento del suelo.

Estos problemas suelen estar tan alejados de nuestra vida cotidiana (hablamos de problemas fuera de contexto), que no los conocemos o no queremos tenerlos en cuenta. Nos escondemos detrás de nuestros hábitos, nuestros placeres inmediatos y nuestros problemas personales, encontramos excusas, “cerramos los ojos”. Esperamos que otros cambien antes que nosotros, por ejemplo, los estadounidenses o los chinos, las empresas o los políticos que también están esperando.

A fuerza de esperar, los problemas aumentan: el petróleo se acerca a su límite de rentabilidad, después de lo cual esta energía disminuirá, lo que provocará una disminución general de la energía.

El calentamiento global está en aumento, al igual que los desastres relacionados, y las medidas actualmente implementadas para detenerlo son en gran medida insuficientes, dado que la población humana sigue aumentando. Es de esperar que en los próximos años se produzcan migraciones climáticas de una magnitud inigualable.

La biodiversidad está disminuyendo día a día hasta el punto de que avanzamos rápidamente hacia una sexta crisis de extinción masiva de especies, pero es la primera totalmente atribuible a una especie: la nuestra, el Homo sapiens.

Las desigualdades sociales son cada vez más peligrosas para la estabilidad de la sociedad. La contaminación que producimos genera a su vez innumerables problemas ecológicos y de salud (salud física o psicológica).

Empezamos a hablar de un probable colapso cuando entendemos que estos graves y crecientes problemas están interconectados y son interdependientes.

# Y por un puñado de grados más

Un equipo de investigadores británicos, al observar los estudios realizados hasta la fecha, concluyó que alcanzaremos los cuatro grados adicionales en la década de 2070, o incluso en la de 2060.

Joachim Schnellhuber, uno de los climatólogos más influyentes del mundo, nos recuerda que “la diferencia entre dos y cuatro grados es la civilización humana”. Sin embargo, no hay garantía de que las temperaturas dejen de subir en el umbral teórico de 2 ° C. En este punto, los potentes circuitos de retroalimentación y los puntos de inflexión podrían llevar a un aumento de la temperatura media global de seis o incluso ocho grados. La tendencia colectiva a hacer poco o nada nos lleva al abismo: no tendremos control ni opciones a nuestra disposición.

La ecopsicóloga Molly Yo ung Brown hace un llamamiento a nuestras responsabilidades individuales: “La mayor destrucción en nuestro planeta no la infligen terroristas o tiranos psicopáticos. Está hecho por gente corriente, respetuosa de la ley, yendo a la iglesia, queriendo a su familia, gente moralmente normal que disfruta de sus cuatriciclos, sus cruceros y sus hamburguesas, ajenos al origen de estos placeres y su coste real”.

La mayoría de los Homo sapiens no sabemos cómo y preferimos apartar la mirada. Pero tenemos un presentimiento de ello de todos modos: nuestro modelo económico actual ya no puede funcionar como está diseñado, porque es contrario a la simple evidencia: no puede haber crecimiento ilimitado en un mundo de recursos limitados.

# Que solo uno se derrumba y los demás seguirán

El estudio de los sistemas vivos muestra que:

• Los sistemas (células, individuos, ecosistemas), al sufrir perturbaciones, van perdiendo gradualmente su capacidad de adaptación (la famosa resiliencia) hasta llegar a un punto de ruptura y colapso brusco.
• Los efectos en cascada y los bucles de retroalimentación aceleran los efectos del colapso.
• Nuestro sistema Tierra está hoy casi en su totalidad interconectado (información, energía, finanzas, comercio …), complejo y homogéneo con fuertes bloqueos “socio- técnicos” (dependencia del camino).

En 2014, el Foro Económico Mundial presentó el esquema de interconexión de riesgos.

El modelo World3, establecido en 1972 y presentado por el Club de Roma, presentaba previsiones de cambios en las curvas de los recursos energéticos y alimentarios, la demografía, la contaminación y la producción y los servicios industriales.

En general, los desarrollos reales han confirmado estas previsiones. A partir de 2020, además del declive de los recursos vivos y fósiles ya en gran parte en marcha, estos pronósticos anuncian el inicio del declive en la producción industrial, los servicios y los alimentos. La curva de población podría disminuir a partir de 2030 y, unos años más tarde, la contaminación finalmente comenzaría a disminuir.

¿Qué se puede concluir?
Podemos cerrar los ojos y decirnos que todo seguirá como antes.
O… decirse a sí mismo, como Paul Valéry ya lleva casi un siglo que “comienza el tiempo del mundo finito”.
Y para agregar: “Habrá lugar para algo más que los actos de explotación, coacción y competencia”.
… Un lugar para una mayor cooperación, intercambio y ayuda mutua, con la condición de que transformemos nuestros modos de producción y consumo, de funcionamiento y nuestra relación con los seres vivos, de los que formamos parte.

Debemos aceptar los hechos ecológicos y tomar esta ruta hoy, para que no se vuelva impracticable.